En este quinto artículo de la serie "la manera de superar la crisis" vamos a aprender que debemos escuchar con atención lo que el Espíritu Santo de Dios habla a nuestros corazones. También aprenderemos cómo nos llevaba emocionalmente, perdemos tiempo valioso y recursos cuando no escuchamos atentamente lo que el Señor habla a nuestro corazón.
Para el artículo de hoy vamos a centrarnos en la narración bíblica en Génesis capítulo 32. regalo que habla del regreso de Jacob a su tierra natal, donde su hermano Esaú, que años antes había sido engañado por el mismo Jacob.
El gran momento crítico de este pasaje debe ser el encuentro entre Jacob y Esaú, pero los momentos previos a este encuentro eran mucho más tenso y lleno de hechos inusuales. Es en estos momentos que nos enfocamos.
El escenario fue el siguiente:
Dios había pedido a Jacob regresó a su tierra natal. Jacob puso confiadamente el camino de encuentro inevitable con su hermano Esaú. Jacob cree, debido a los muchos años que había estado fuera, la ira y la venganza de su hermano había disminuido. Cuando Jacob salió de su destino envió mensajeros para cumplir con Esaú, sin embargo, algo salió mal. Cuando el regreso de mensajeros enviados, oyó Jacob que Esaú venía a su encuentro, con cuatro soldados, Jacob tenía miedo. No temas. La Palabra de Dios dice que Jacob estaba con mucho miedo.
Cuando el Señor le pidió a Jacob regresó a su tierra natal le había dicho a Jacob que no debe preocuparse de nada que todo iba a ir bien antes, durante y después de la de él inevitable encuentro con su hermano Esaú heridos.
Jacob creyó? No.
Para saber que Esaú venía a reunirse con muchos soldados Jacob tuvo gran temor. Salió de la palabra de Dios a un lado y dejó abrumado por su condición humana y llena de pavor. Desde el momento en que puso a un lado la palabra de Dios, Jacob se encontró sólo con sus propias fuerzas y tuvo que armar estrategias y más estrategias para deshacerse de la venganza de Esaú. ¡Por fin! Jacob había sido completamente rodeada por la incredulidad y el miedo.
Pero el Señor no permitió que Jacob para permanecer postrado por miedo. Dios comenzó a pelear con él. Dios luchó contra Jacob porque Dios quería bendecir a Jacob porque Jacob fue la simiente de Abraham. Jacob era el hijo de la promesa, Jacob no se rendiría. Jacob no podía morir en la playa. Dios era la noche luchando para convencer a Jacob para seguir adelante. Al ver que esto no se animó a seguir adelante el Señor decidió hacerle daño. Fue entonces cuando Jacob volvió en sí y ahora demacrado, que dio marcha atrás y decidió seguir adelante. Siga la suerte de que el Señor había dispuesto para él. Sin embargo, en ese corazón que hubo un cambio de actitud: Jacob había aprendido la lección. Jacob agarró al hombre y le dijo: Lo haré Señor, pero no puedo ir solo. Me temo. Sólo seguir adelante si el Señor me bendiga.
Lo que Jacob no entendía antes, que había sido bendecido. El Señor le dijo a Jacob que todo iba a salir bien. Pero Jacob no prestó atención a lo que el Espíritu Santo de Dios había hablado a su corazón. Debido a que los acontecimientos tomaron dichas formas dramáticas. Mucho más complicado de lo que deberían ser.
Dios cumplió lo que había prometido a Jacob.
Antes de llegar a la presencia de Esaú, Jacob se arrodilló siete veces y puso su cara en el suelo. Incluso la evidencia de un Jacob todavía muy temeroso, el encuentro con su "enojado" y "vengativo" hermano Esaú, era algo muy sorprendente porque en lugar de hermano "enojado", Jacob encontró a un hombre receptivo, reconciliador, lleno de perdón y amar.
Un fuerte abrazo y estar en la paz del Señor Jesucristo.
Edilson Rodrigues Silva